jueves, 13 de enero de 2011

Lluvia

            A través de la ventana veo como el agua se estrella contra el cristal. El suelo de la calle recibe las lágrimas de las nubes, las gotas de lluvia parecen bailar antes de unirse para siempre al charco que se ha formado sobre la piedra de la carretera y mientras tanto su canto me hipnotiza, me llama, me reclama... El chapoteo parece decir mi nombre mediante una melodía que conquista mis sentidos, para cuando quiero ser consciente de la realidad ya estoy fuera, las gotas ya han empezado a besar mi ropa, mi pelo, mis mejillas, mi cuello, mi boca...

          Cojo aire por la nariz y un aroma a tierra mojada me inunda, ahora sí que la lluvia a logrado seducirme y mis pies empiezan a reaccionar. Paso tras paso avanzo en mi camino, cada vez más ligero hasta que corro en una danza de hábiles movimientos. Cuando llegue sabré a dónde voy, de momento sólo quiero correr. Las calles pasan difuminadas a mi lado, las farolas, las puertas, las ventanas, las tiendas, los toldos, ahora cercas,  árboles, flores,... todo borroso.

          Poco a poco aminoro la marcha y me dejo caer sobre la hierba mojada, me dejo fundir con el suelo encharcado; cierro los ojos y despego los labios, dejo que agua recorra mi garganta y calme mi sed. Ya estoy en mi sitio, allí dónde yo quiero y deseo estar, allí dónde nadie interrumpa la soledad de mis pensamientos, allí dónde sea feliz por simple hedonismo.





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